Para ejercer la práctica, el contador requiere de bienes internos,
que no son más que: las metas que persigue la profesión, el bien específico que
hace a la humanidad; o simplemente es su razón de ser. Luego, la única forma de
lograr hacer el bien y estar al servicio de los demás es a través de estos bienes
internos o conocidos también como bienes
inmateriales o intrínsecos propios del profesional, a través de los cuales se
busca la excelencia y la calidad.
Por tanto, está ocupación tiene sentido siempre y cuando reconozca
el bien interno, el cual se ve plasmado
en lo que se conoce como praxis. Entonces, los bienes internos se pueden lograr
realizando bien la práctica y sólo participando activamente en ella se los pueden
reconocer y descubrir. Ahora, para que ésta
práctica sea bien realizada se requieren de cualidades, las cuales encarnar aquellas virtudes que
hoy por hoy son necesarias para alcanzar la excelencia.
Se
concluye que: los bienes internos no son considerados en la práctica contable
entonces, es necesaria la ética de la virtud que considera que las actitudes
son más importantes que las creencias y el carácter moral y la voluntad lo son
más que la razón, porque la Normativa ética se encarga de regir la actividad
del profesional en Contaduría Pública, y no considera los bienes internos, considerando
los postulados de Alasdair MacIntyre, a menos que la Normativa si las contemple.